domingo, 11 de diciembre de 2016

Lily y el conejo dorado, de Lila Calderón




Lily y el conejo dorado: 
nuevas propuestas literarias para la construcción de
relaciones sexo-genéricas más favorables 


Por Margarita Bustos Castillo


Utilizando el estilo directo, la voz narrativa de la novela Lily y el conejo dorado,  comienza a sumergir a los lectores en su trama por medio de la voz de un conejo que puede hablar desde el primer párrafo. Éste nos comunica lo que siente y piensa, también su necesidad inmediata: agua, tiene sed.  Como lectores no nos cuestionamos ¿Por qué puede hablar, pensar y sentir cómo humano? El mundo narrado no transcurre en una realidad alterna a la nuestra, tampoco corresponde a un tipo de mundo maravilloso con su propia lógica (como ocurre con novelas infantiles-juveniles, tales como: “Momo”, “La historia interminable”, etc.) La historia transcurre en una ciudad como la mayoría de las urbes actuales: con plazas, autos, heladerías, zoológicos y barrios:

“El conejo había llegado hace algunas semanas a la ciudad y daba vueltas sin saber qué hacer; se sentía muy solo y apesadumbrado. Pero sobre todo tenía sed, mucha sed (…)”

En el tercer párrafo se nos revela el por qué Conejo es o está dorado. ¿Por qué este conejo de zoológico se volvió dorado?

“A medida que pasaban las horas y como el sol quemaba tan fuerte, Conejo empezó a ponerse amarillo. Su bello pelaje blanco fue tiñéndose lentamente de un intenso dorado, tan dorado que su pelo lucía como radiantes espigas del monte”.

“Hablaban de los rayos ultravioleta y sus graves consecuencias para todo tipo de piel.”

A medida que transcurre la novela conocemos a la co-protagonista: Lily, una niña/joven que ayudará a Conejo y junto al cual construirá una mágica amistad. Les invito a descubrir por qué será mágica.

Su autora inserta la magia en esta novela, pero no a través de escobas voladoras, brujas o hechizos;  más bien nos presenta la magia ancestral de las energías del universo en conexión con los seres vivos (árboles, plantas y animales, fuerzas del viento y la luna). Diferenciando los trucos de un mago, de la magia que podemos descubrir a través del arte y la poesía, por medio de la amistad y los ojos/miradas como espejo del alma (me encantaría detenerme a analizar/comentar la relevancia de este punto en la novela; sin embargo, no les aburriré ni tampoco me volveré un spoiler. ¡Mejor lo descubren ustedes mismos al leerlo!)

En los aspectos que sí me detendré será en la importancia de los cuentos, novelas, relatos para conectarnos con el poder de la imaginación y de las palabras. Así como en el aporte que realiza “Lily y el conejo dorado” a la oportunidad de brindar a nuestros lectores niños/as, jóvenes:  imaginarios y representaciones de identidades masculinas y femeninas de los personajes con características de categorías sexo-genéricas, fuera de los estereotipos sexistas y clásicos de la literatura. Más sanas y complementarias en las acciones, decisiones y comportamientos de los personajes, con los cuales por supuesto todo lector, y en especial quienes comienzan a conocer el universo de la lectura en sus primeros años se identifica por admiración, reproducción o antagonismo.

¿Cómo son las representaciones de los personajes masculinos y femeninos en las novelas infantiles? ¿Qué mensajes predominan en relación a la conformación de identidades sexo-genéricas de los personajes y la(s) posible(es) identificación(es) de los lectores (niños, jóvenes). ¿Qué tipo de libertades, anhelos y responsabilidades se les otorga a los personajes (de un género y otro) en la novela?

Los imaginarios comenzamos a heredarlos de la sociedad en la que nos encontramos insertos, le transmitimos, creamos y también podemos (de)construirlos a partir de los nuevos discursos o representaciones.

Si para ello nos remitimos a los protagonistas de esta novela, desde sus primeras páginas observamos a una niña/joven (Lily) segura en sus acciones, estilo para preguntar/conversar, etc. Mientras que el personaje masculino (Conejo) se muestra asustado transitando por una ciudad que le resulta desconocida. Asumiendo y verbalizando sus temores (un personaje masculino sin temor a mostrar que tiene miedo) hasta que comenzará a tomar decisiones y por ende se tornará más seguro de sí mismo.

Desde los primeros años de vida el lenguaje comienza a modelar las identidades sexo-genéricas, incluso desde antes de nacer. En relación a la definición de género y cómo genera discriminación y/o relaciones desiguales entre hombres y mujeres, la teórica feminista Marta Lamas señala que: “El género es  el conjunto de creencias, prescripciones y atribuciones que se construyen socialmente tomando a la diferencia sexual como base. Esta construcción social funciona como una especie de "filtro" cultural con el cual se interpreta al mundo, y también como una especie de armadura con la que se constriñen las decisiones y oportunidades de las personas dependiendo de si tienen cuerpo de mujer o cuerpo de hombre. Todas las sociedades clasifican qué es “lo propio” de las mujeres y “lo propio” de los hombres,  y desde esas ideas culturales se establecen  las obligaciones sociales de cada sexo, con una serie de prohibiciones simbólicas (…)

Todos los seres humanos nos vemos enfrentados a un hecho idéntico en todas las sociedades: la diferencia sexual. Cada cultura realiza su propia simbolización de la diferencia entre los sexos, y engendra múltiples versiones de la dicotomía hombre/mujer. Lo característico de los seres humanos es el habla, que implica una función simbolizadora, y que es fundamental para volvernos sujetos y seres sociales. El habla posee una estructura que está fuera del control y de la conciencia del hablante individual, quien, sin embargo, hace uso de esta estructura presente en su mente. El lenguaje es un elemento fundante de la matriz cultural, o sea, de la estructura madre de significaciones en virtud de la cual nuestras experiencias se vuelven inteligibles. Con una estructura psíquica que incluye al inconsciente y mediante el lenguaje, que es universal aunque tome formas diferentes, los seres humanos simbolizamos la diferencia sexual. Esta simbolización hoy en día se denomina género.[1]

En el caso particular de la Literatura infantil y juvenil a través de los siglos contribuyó a perpetuar los mandatos de sexo-género: convenciéndonos a los lectores y oyentes (narración oral) que es el rey, el príncipe, el héroe quien actúa valientemente, quien vive aventuras y rescata a una princesa, dama en apuros u otro personaje femenino: frágil, temeroso, en espera de ser salvado o protegida (ver cuentos recopilados por los Hermanos Grimm y Charles Perrault). Perpetuando jerarquías y desigualdades naturalizadas a través del comportamiento de las sociedad patriarcal, que consciente o inconscientemente reproducimos y mantenemos a través de la educación y vínculos relacionales entre hombres y mujeres en los diferentes contextos (familiares, educativos, laborales, etc.).

Si nos remitimos a la novela de Lila Calderón, nos encontraremos con dos protagonistas: una niña amable, que trabaja junto a un mago, ama el arte de crear vitrales, se comporta con bastante confianza y autodeterminación…y rescata a Conejo; pero que también producto de las dificultades que enfrentará en la novela junto a su amigo: tendrá miedo, dudará y aceptará la ayuda de otros, por ejemplo de la señora taxista.

También el personaje masculino de Conejo dorado, se muestra asustado y aproblemado por no contar con dinero después de escapar del zoológico. Luego de ser rescatado e invitado a vivir a casa de Lily, comenzará a trabajar, descubriendo en el proceso que tiene talentos y habilidades para aprender a confiar en sí mismo. Permanentemente se le describe como sensible, “escribe poemas para Lily, hacia quien se siente tremendamente agradecido y atraído”.

“(…) mientras Lily apretaba la jaula contra su pecho porque los perros se alzaban en dos patas como para atacarla (…) Entonces, una fuerza incomprensible que parecía surgir desde la fuente de la memoria, se instaló en sus ojos. Comenzó a mirar a los monstruosos perros sin saber qué hacer, qué imagen o deseo transmitirles para confundir y resistir su ataque”.

“- Yo te guío- prometió conejo. Abriendo al máximo sus ojos rojos para iluminar el camino, que se hizo largo, que era imposible calcularlo en su extensión.”

A mediados de la década del ’70, tímidamente comienzan a ser las niñas protagonistas de los cuentos y algunas editoriales, publican manuales para un tratamiento no discriminatorio de los sexos, como por ejemplo los libros: A favor de las niñas,  de Adela Turin (1976), Rosalinde tiene ideas en la cabeza de Christine Nostlinger (1984), el Libro de los cerdos de Anthony Brown, entre otros. Buscaban desestabilizar los estereotipos de sexo-género en la literatura infantil, contribuyendo a generar en los lectores imaginarios y relaciones vinculantes más saludables y libres.

Actualmente, colecciones editoriales como: Antiprincesas se unen a las publicaciones antes mencionadas. Frente a nosotros tenemos una novela infantil-juvenil que por medio de la amistad entre Lily y el Conejo dorado nos acercará a la magia que habita en cada uno de nosotros, al poder de la amistad, la valoración de la vida en nuestro planeta acorralado por la contaminación, a la representación de personajes que viven relaciones sexo-genéricas que (de)construyen y/o modifican las desigualdades y estereotipos en torno a lo femenino y lo masculino; posibilitando el acercamiento de los lectores a imaginarios y prácticas con mayor libertad, igualdad de derechos para pensar, sentir y accionar entre niños/as, futuros adultos/as.

En un mundo lleno de prisas e intereses en lo material, en una realidad en donde la palabra ha perdido su significación y valor, leer e imaginar historias nos remite a otra dimensión. Nos compromete con otros objetivos y nos convierte en seres “peligrosos” que pueden influir a otros/as a través de sus palabras, historias, lecturas, imaginarios.

Cuando los pequeños lectores/as descubren que leer les conecta con su mundo interior, silencios para viajar, sentir y anhelar: se les revelará el puente mágico para adentrarse sin límites en las posibilidades de un relato…ahora será junto a Lily y el conejo dorado de Lila Calderón.





Lila Calderón durante la presentación del libro



Nota:

[1] Lamas, Marta  El género es cultura (Ponencia)Euroamericano, Campus de Cooperación cultural.
http://www.oei.es/historico/euroamericano/ponencias_derechos_genero.php

martes, 22 de noviembre de 2016

Lily y el Conejo Dorado por Margarita Bustos

Lily y el conejo dorado: nuevas propuestas literarias para la construcción de
relaciones sexo-genéricas más favorables 




Por Margarita Bustos


Utilizando el estilo directo, la voz narrativa de la novela Lily y el conejo dorado,  comienza a sumergir a los lectores en su trama por medio de la voz de un conejo que puede hablar desde el primer párrafo. Éste nos comunica lo que siente y piensa, también su necesidad inmediata: agua, tiene sed.  Como lectores no nos cuestionamos ¿Por qué puede hablar, pensar y sentir cómo humano? El mundo narrado no transcurre en una realidad alterna a la nuestra, tampoco corresponde a un tipo de mundo maravilloso con su propia lógica (como ocurre con novelas infantiles-juveniles, tales como: “Momo”, “La historia interminable”, etc.) La historia transcurre en una ciudad como la mayoría de las urbes actuales: con plazas, autos, heladerías, zoológicos y barrios:

“El conejo había llegado hace algunas semanas a la ciudad y daba vueltas sin saber qué hacer; se sentía muy solo y apesadumbrado. Pero sobre todo tenía sed, mucha sed (…)”

En el tercer párrafo se nos revela el por qué Conejo es o está dorado. ¿Por qué este conejo de zoológico se volvió dorado?

“A medida que pasaban las horas y como el sol quemaba tan fuerte, Conejo empezó a ponerse amarillo. Su bello pelaje blanco fue tiñéndose lentamente de un intenso dorado, tan dorado que su pelo lucía como radiantes espigas del monte”.

“Hablaban de los rayos ultravioleta y sus graves consecuencias para todo tipo de piel.”

A medida que transcurre la novela conocemos a la co-protagonista: Lily, una niña/joven que ayudará a Conejo y junto al cual construirá una mágica amistad. Les invito a descubrir por qué será mágica.

Su autora inserta la magia en esta novela, pero no a través de escobas voladoras, brujas o hechizos;  más bien nos presenta la magia ancestral de las energías del universo en conexión con los seres vivos (árboles, plantas y animales, fuerzas del viento y la luna). Diferenciando los trucos de un mago, de la magia que podemos descubrir a través del arte y la poesía, por medio de la amistad y los ojos/miradas como espejo del alma (me encantaría detenerme a analizar/comentar la relevancia de este punto en la novela; sin embargo, no les aburriré ni tampoco me volveré un spoiler. ¡Mejor lo descubren ustedes mismos al leerlo!)

En los aspectos que sí me detendré será en la importancia de los cuentos, novelas, relatos para conectarnos con el poder de la imaginación y de las palabras. Así como en el aporte que realiza “Lily y el conejo dorado” a la oportunidad de brindar a nuestros lectores niños/as, jóvenes:  imaginarios y representaciones de identidades masculinas y femeninas de los personajes con características de categorías sexo-genéricas, fuera de los estereotipos sexistas y clásicos de la literatura. Más sanas y complementarias en las acciones, decisiones y comportamientos de los personajes, con los cuales por supuesto todo lector, y en especial quienes comienzan a conocer el universo de la lectura en sus primeros años se identifica por admiración, reproducción o antagonismo.

¿Cómo son las representaciones de los personajes masculinos y femeninos en las novelas infantiles? ¿Qué mensajes predominan en relación a la conformación de identidades sexo-genéricas de los personajes y la(s) posible(es) identificación(es) de los lectores (niños, jóvenes). ¿Qué tipo de libertades, anhelos y responsabilidades se les otorga a los personajes (de un género y otro) en la novela?

Los imaginarios comenzamos a heredarlos de la sociedad en la que nos encontramos insertos, le transmitimos, creamos y también podemos (de)construirlos a partir de los nuevos discursos o representaciones.

Si para ello nos remitimos a los protagonistas de esta novela, desde sus primeras páginas observamos a una niña/joven (Lily) segura en sus acciones, estilo para preguntar/conversar, etc. Mientras que el personaje masculino (Conejo) se muestra asustado transitando por una ciudad que le resulta desconocida. Asumiendo y verbalizando sus temores (un personaje masculino sin temor a mostrar que tiene miedo) hasta que comenzará a tomar decisiones y por ende se tornará más seguro de sí mismo.

Desde los primeros años de vida el lenguaje comienza a modelar las identidades sexo-genéricas, incluso desde antes de nacer. En relación a la definición de género y cómo genera discriminación y/o relaciones desiguales entre hombres y mujeres, la teórica feminista Marta Lamas señala que: “El género es  el conjunto de creencias, prescripciones y atribuciones que se construyen socialmente tomando a la diferencia sexual como base. Esta construcción social funciona como una especie de "filtro" cultural con el cual se interpreta al mundo, y también como una especie de armadura con la que se constriñen las decisiones y oportunidades de las personas dependiendo de si tienen cuerpo de mujer o cuerpo de hombre. Todas las sociedades clasifican qué es “lo propio” de las mujeres y “lo propio” de los hombres,  y desde esas ideas culturales se establecen  las obligaciones sociales de cada sexo, con una serie de prohibiciones simbólicas (…)

Todos los seres humanos nos vemos enfrentados a un hecho idéntico en todas las sociedades: la diferencia sexual. Cada cultura realiza su propia simbolización de la diferencia entre los sexos, y engendra múltiples versiones de la dicotomía hombre/mujer. Lo característico de los seres humanos es el habla, que implica una función simbolizadora, y que es fundamental para volvernos sujetos y seres sociales. El habla posee una estructura que está fuera del control y de la conciencia del hablante individual, quien, sin embargo, hace uso de esta estructura presente en su mente. El lenguaje es un elemento fundante de la matriz cultural, o sea, de la estructura madre de significaciones en virtud de la cual nuestras experiencias se vuelven inteligibles. Con una estructura psíquica que incluye al inconsciente y mediante el lenguaje, que es universal aunque tome formas diferentes, los seres humanos simbolizamos la diferencia sexual. Esta simbolización hoy en día se denomina género.[1]

En el caso particular de la Literatura infantil y juvenil a través de los siglos contribuyó a perpetuar los mandatos de sexo-género: convenciéndonos a los lectores y oyentes (narración oral) que es el rey, el príncipe, el héroe quien actúa valientemente, quien vive aventuras y rescata a una princesa, dama en apuros u otro personaje femenino: frágil, temeroso, en espera de ser salvado o protegida (ver cuentos recopilados por los Hermanos Grimm y Charles Perrault). Perpetuando jerarquías y desigualdades naturalizadas a través del comportamiento de las sociedad patriarcal, que consciente o inconscientemente reproducimos y mantenemos a través de la educación y vínculos relacionales entre hombres y mujeres en los diferentes contextos (familiares, educativos, laborales, etc.).

Si nos remitimos a la novela de Lila Calderón, nos encontraremos con dos protagonistas: una niña amable, que trabaja junto a un mago, ama el arte de crear vitrales, se comporta con bastante confianza y autodeterminación…y rescata a Conejo; pero que también producto de las dificultades que enfrentará en la novela junto a su amigo: tendrá miedo, dudará y aceptará la ayuda de otros, por ejemplo de la señora taxista.

También el personaje masculino de Conejo dorado, se muestra asustado y aproblemado por no contar con dinero después de escapar del zoológico. Luego de ser rescatado e invitado a vivir a casa de Lily, comenzará a trabajar, descubriendo en el proceso que tiene talentos y habilidades para aprender a confiar en sí mismo. Permanentemente se le describe como sensible, “escribe poemas para Lily, hacia quien se siente tremendamente agradecido y atraído”.

“(…) mientras Lily apretaba la jaula contra su pecho porque los perros se alzaban en dos patas como para atacarla (…) Entonces, una fuerza incomprensible que parecía surgir desde la fuente de la memoria, se instaló en sus ojos. Comenzó a mirar a los monstruosos perros sin saber qué hacer, qué imagen o deseo transmitirles para confundir y resistir su ataque”.

“- Yo te guío- prometió conejo. Abriendo al máximo sus ojos rojos para iluminar el camino, que se hizo largo, que era imposible calcularlo en su extensión.”

A mediados de la década del ’70, tímidamente comienzan a ser las niñas protagonistas de los cuentos y algunas editoriales, publican manuales para un tratamiento no discriminatorio de los sexos, como por ejemplo los libros: A favor de las niñas,  de Adela Turin (1976), Rosalinde tiene ideas en la cabeza de Christine Nostlinger (1984), el Libro de los cerdos de Anthony Brown, entre otros. Buscaban desestabilizar los estereotipos de sexo-género en la literatura infantil, contribuyendo a generar en los lectores imaginarios y relaciones vinculantes más saludables y libres.

Actualmente, colecciones editoriales como: Antiprincesas se unen a las publicaciones antes mencionadas. Frente a nosotros tenemos una novela infantil-juvenil que por medio de la amistad entre Lily y el Conejo dorado nos acercará a la magia que habita en cada uno de nosotros, al poder de la amistad, la valoración de la vida en nuestro planeta acorralado por la contaminación, a la representación de personajes que viven relaciones sexo-genéricas que (de)construyen y/o modifican las desigualdades y estereotipos en torno a lo femenino y lo masculino; posibilitando el acercamiento de los lectores a imaginarios y prácticas con mayor libertad, igualdad de derechos para pensar, sentir y accionar entre niños/as, futuros adultos/as.

En un mundo lleno de prisas e intereses en lo material, en una realidad en donde la palabra ha perdido su significación y valor, leer e imaginar historias nos remite a otra dimensión. Nos compromete con otros objetivos y nos convierte en seres “peligrosos” que pueden influir a otros/as a través de sus palabras, historias, lecturas, imaginarios.

Cuando los pequeños lectores/as descubren que leer les conecta con su mundo interior, silencios para viajar, sentir y anhelar: se les revelará el puente mágico para adentrarse sin límites en las posibilidades de un relato…ahora será junto a Lily y el conejo dorado de Lila Calderón.



Nota:


[1] Lamas, Marta  El género es cultura (Ponencia) Euroamericano, Campus de Cooperación cultural.
http://www.oei.es/historico/euroamericano/ponencias_derechos_genero.php



http://letras.s5.com/lcal201116.html




martes, 1 de noviembre de 2016

“LILY Y EL CONEJO DORADO” DE LILA CALDERÓN



















LANZAMIENTO NOVELA INFANTIL “LILY Y EL CONEJO DORADO” DE LILA CALDERÓN
Sábado 5 de noviembre, 12.00 horas.

Biblioteca de Santiago, Sala Novedades
Matucana 151, Metro Quinta Normal. 

Actividad gratuita
 Presentación a cargo de Lila Calderón y su invitada, la escritora Margarita Bustos.


El sábado 5 de noviembre, a partir de las 12.00 horas, la escritora chilena Lila Calderón 
presentará su novela infantil-juvenil “Lily y el Conejo Dorado”, en la Biblioteca de Santiago, 
actividad especialmente orientada a fomentar en niñas y niños la lectura, 
siendo un atractivo panorama para compartir en familia.


“Lily y el Conejo Dorado” cuenta la amistad entre una joven y hermosa asistente de mago 
y de un conejo muy especial que busca una nueva vida en la gran ciudad. 
Ambos sortearán múltiples peligros pero también harán grandes descubrimientos, 
mostrando la capacidad de integrar los misterios a la vida cotidiana y luchar 
por vencer los obstáculos que en ella se presentan.

Para Lila Calderón, esta historia muestra la posibilidad de imaginar mundos de la mano de personajes
 sensibles y honestos que se aventuran a vivir el día a día estableciendo relaciones armónicas 
con el entorno mientras enfrentan los obstáculos habituales de la existencia en la búsqueda 
de sus sueños. “Me gusta creer que los temas abordados en el libro llevarán a los niños 
a asombrarse y pensar en el poder de la amistad y la solidaridad, la magia, las fuerzas sorprendentes 
de la naturaleza, en la libertad que da el arte, en la capacidad de rechazar todo aquello que carece 
de bondad, y reforzar la esperanza, lo que a veces niegan los medios de comunicación, la ciencia 
o simplemente la realidad”, comentó la autora.

Este nuevo libro, que se suma a la extensa y destacada carrera literaria de Lila Calderón, 
fue publicado en forma independiente pero contando con el apoyo de Ediciones del Gato 
en la edición, promoción y distribución. “La posibilidad de trabajar con editoriales independientes 
me da libertad de creación, porque la relación es más personal, alternativa y cercana. 
Logro exponer y publicar mis historias expresándome como lo hago, con mi trabajo 
narrativo-poético, con mis preocupaciones y temas habituales”, agregó la escritora, 
quien planea editar de la misma manera otros títulos para los más jóvenes durante 2017.


Acerca de Lila Calderón  

Poeta, novelista y artista visual, nació en La Serena, Chile, en 1956.
Cuenta con más de diez publicaciones, siendo las más recientes 
la novela infantil “Estrella y el Caleidoscopio” (Zig-Zag, 2013) 
y el libro de poesía “Lo que ocultan los vestidos” (Bordes, 2014).
Cuenta con una valiosa labor como investigadora, 
publicando junto a Teresa Calderón y Tomás Harris
las antologías “Veinticinco Años de Poesía Chilena 1970 -1995” (FCE, 1996) 
y “Antología de poesía chilena tomos I y II” (Catalonia, 2012 y 2013). 
Esta última obra fue nominada a los premios Altazor.
Como artista visual, ha realizado las exposiciones de ensamblajes, 
poesía visual y pintura “Diosas tutelares” (2013) 
y “Liquidación por cambio de temporada” (2005).

Ver más en:

domingo, 23 de octubre de 2016

sábado, 3 de septiembre de 2016

domingo, 14 de agosto de 2016

Alfonso Calderón (1930-2009)





Alfonso Calderón (1930-2009), fue un escritor chileno, poeta, cronista, ensayista, memorialista, investigador, Premio Nacional de Literatura 1998, y el padre que por fortuna tuve y con el cual aprendí, sobre todo, a valorar el ejercicio de vivir con sentido. Hoy, me produce la extraña sensación de estar observándolo en su trabajo literario habitual, como si estuviera aquí, en alguna calle del centro de Santiago o en la Biblioteca Nacional —su hábitat—, y conversáramos de los trabajos que teníamos o  proyectábamos hacer y, (lo que me entristece), los planes para asistir y registrar el Bicentenario de Chile, un hito que lo emocionaba mucho. Pero lo inesperado ocurrió, y murió el 8 de agosto de 2009, a los 78 años de edad. Sin embargo, tengo mil motivos para recordarlo, además de los libros.

De niña me encantaba entrar a su biblioteca y correr entre los pasillos de estantes que se curvaban por el peso de los libros, dispuestos en doble fila para albergar la sobrepoblación de autores, que convivían sin problemas en ese silencio que yo suponía cargado de secretos. Y era feliz sabiendo que había hileras de libros pequeños, escritos para niños, empastados y con letras doradas para que mi mamá nos leyera a la hora del almuerzo y la comida, y con los cuales era imposible aburrirse, porque eran bastantes y porque mi mamá les cambiaba los finales para mantener nuestra atención. Eso me emocionaba mucho, la sorpresa, también a mi hermana Cecilia, la menor, pero mi hermana Teresa, la mayor, se indignaba y le iba a contar a mi papá que le estaban mintiendo con el cuento, que así no era la historia, y a él le daba ataque de risa, solía reír a carcajadas con nuestras inocencias que tal vez reconocía en sí mismo. También se reía mucho con los chistes fomes que nos contaba cuando quería entretenernos o con unos dichos a los que no les encontrábamos ninguna gracia, como “Esto es más viejo que el hilo negro” o “Del uno, dijo aceituno”, “me están contando el cuento del tío” o “más sabe el diablo por viejo que por diablo”,  cuando nos descubría en alguna de nuestras maldades. Con la Tere nos mirábamos a los ojos como diciendo “exijo una explicación”, hasta que un día se me ocurrió que nosotras inventáramos chistes y fue maravilloso. Descubrí el absurdo. Y lo alimentamos hasta que se lo llevamos de regalo un día a la hora del almuerzo y entonces nos tomó en serio. Yo empecé a escribir tempranamente y a formar mi primera biblioteca que él incrementaba con regularidad. Le debo esta relación con la palabra, y con el humor, pero también con el cine y la vida. Y oigo su voz cada día cuando me dictaba por teléfono notas para un libro o me daba bibliografía adelantando un trabajo que emprenderíamos juntos como una hazaña compartida. Mi conexión con él era de alma más que de piel. Y eso perdura. 

Mi padre me impresionó desde la niñez. Me parecía un sabio que comprendía a fondo todo lo que ocurría en la tierra, y en todos los tiempos. Aunque yo le preguntara las cosas más extrañas, él siempre intentaba una respuesta coherente o motivadora para que yo misma investigara más. Aprovechaba al mismo tiempo la ocasión para dar de inmediato bibliografías o enviarme directo a revisar el diccionario. Fue así como me entregó fórmulas para explorar rutas donde descubrir los tesoros que provee la investigación y disfrutar del logro, como si se tratase de un banquete al que se podía invitar a quienes padecían de nuestro mismo apetito, más bien del hambre voraz, que lo llevaba a buscar, conocer y citar. Porque ése era el modo de establecer sus nexos con la humanidad. Él sabía y asumía su rol, reconociendo que al entrar en escena, como actor creativo, ya existía el teatro, las máscaras, el público, el lenguaje dramático y se seguían oyendo los ecos de aquellos grandes autores que dieron vida a la épica, a la tragedia y la comedia. Así, para mi padre la tierra entera era el lugar de los hechos, el detonante de la poesía, el sitio del suceso que se le hacía crucial registrar, usando las diversas posibilidades de la escritura, a través de la crónica, diarios de vida, de viajes, memorias, ensayos y la poesía, respetando la tradición literaria, aunque trazando una ventana que le permitía recuperar e incorporar en su obra, todos los pasajes relevantes de la historia humana, donde hay lugar para las citas y el rol de los referentes, como quien dirige el drama, registra los diálogos y autoriza también al interior de la escena la función del apuntador, que quizá pareciera ser el fiel representante de la memoria colectiva.

En su obra hay alusiones y homenajes constantes al cine, con el cual mantenía gran  afinidad, especialmente con movimientos como el neorrealismo italiano y algunos de sus filmes clave: “Roma ciudad abierta” (Rossellini, 1945), “Paisá” (Rossellini, 1946), “Ladrón de bicicletas” (De Sica, 1948), “Milagro en Milán” (De Sica, 1950), “Umberto D” (De Sica, 1952), “Senso” (Visconti, 1954) “La strada” (Fellini, 1954), y películas más tardías, en esa línea, como “La dolce vita” (Fellini, 1960), “Il sorpaso” (Risi, 1962), “Nos habíamos amado tanto” (Scola, 1974), y tantas otras historias donde campea la tristeza, la desesperanza, la injusticia, la frustración, pero también la nobleza, dignidad, ternura y solidaridad. Son filmes que vio muchas veces a lo largo de su vida y atesoraba en su videoteca para revisar fragmentos, recordar un diálogo, recorrer un paisaje, describir una actuación, que luego habría de mencionar en sus libros y crónicas como parte de la historia que le importaba y que reflejaba más hondamente la realidad del ser humano, mucho más que la historiografía, que le producía, siempre, cierta desconfianza. Alfonso Calderón rescataba la historia como un puente o mirador para entender el presente, ya que el paso del tiempo, que cubre todo con su niebla o la tierra que sepulta cuerpos y pasajes, le parecían sucesos sobre los que, instalado el olvido, ya no hay posibilidad de mantener en la superficie y a corta distancia, como para ver, sin perder la perspectiva, hechos y fenómenos de la humanidad, y entender sus razones o la falta de ellas. A él nada le sorprendía. Porque todo sigue sucediendo en el presente como si fuese la primera vez. Hay guerras, el río crece y se desborda, las casas se derrumban, traición y corrupción son una constante, el asesino vuelve al lugar del crimen una y otra vez, quizá con el propósito de que alguien pueda descubrirlo, liberarlo  y finalizar con su rutina en una sola y única vida.
Así, pienso, la bruma existencial percibida como una obsesión en sus diarios, se alza como el leit motiv que cruza su obra completa. Una escritura que reflecta y refracta la confusión y fusión del yo bajo las máscaras que descubre y con las cuales aprende a convivir, mientras se va llenando de ecos y secretos, al constatar que bajo caretas y armaduras no hay sino apenas un hombre solo, que teme al momento en que el ángel de la muerte vaya a su encuentro, abriendo las alas como las páginas de un libro que se escribe a sí mismo, y que debe abrazar y abrasar en la iluminación letal del desenlace.


Lila Calderón



sábado, 6 de agosto de 2016

TITO REYES - YO SOY DEL TREINTA - TANGO

. . . . . . . . . . . . Música: Aníbal Troilo Letra: Héctor Méndez Dic 22 1964 Buenos Aires RCA-Victor AVL-3577 4826

miércoles, 13 de julio de 2016

Cronotopía al interior de un laberinto: "Cipango" de Thomas Harris. Por Lila Calderón




Cronotopía al interior de un laberinto: Cipango de Thomas Harris

Esta es la luna, viene desde Lima, 
en el Virreynato del Perú, va hacia Nueva York; 
brilló sobre un millón de mendigos en el Perú, 
 brillará sobre diez millones de mendigos en Nueva York, 
 brilla sobre miles de mendigos en Concepción de Chile. 
 Tomás Harris. 


Describir y analizar Cipango para dar cuenta de la Cronotopía que allí se establece, merece precisar que en la obra —por inestabilidad espacial y fusión de tiempos y culturas— de alguna manera la historia se repite, los escenarios se desvanecen y se perpetúan las viejas imágenes reeditándolas al infinito al representarlas en un nuevo lugar, que cambia vertiginosamente con un montaje nuevo, posible o alternativo. El lugar es o se parece a otro de ficción, sentencia que repite el hablante mientras busca un referente que lo sitúe en algún punto estable del imaginario cultural universal. La desestabilización del espacio es consecuencia del tipo de recorrido que realiza, ya que se trata de un viaje virtual y debido al dinamismo natural de este tipo de viajes, la exploración va de un punto a otro de los callejones del laberinto, traspasando puertas, encendiendo luces y volviendo a veces al punto de partida, la propuesta de la caseta de mando de la nave ofrece seductores links, que al pulsarlos para entrar a otro paisaje invalidan la opción de ocupar el lugar e instalarse para conquistarlo, de modo que la cronotopía es, a su vez, transitoria y errática.

La exploración de la nueva frontera del ciberespacio[1] ha sido observada por la literatura popular fantacientífica que la ha comparado, al decir de Gubern, con la exploración y colonización del Nuevo Mundo, “pero ahora con la ventaja de no producir víctimas humanas”. Y la peregrinación por los derroteros de lo desconocido es la razón y esencia de los laberintos y así vemos cómo en nuestros viajeros encontramos a un Colón que cree llegar a las Indias en 1492 para recoger el oro del que habla Marco Polo, y, el hablante de Cipango cree estar en Concepción, que a veces es Tebas o Tenochtitlán, Cipango o Cathay. Ambos entraron a través del viaje a una propuesta laberíntica, dada por la lectura de datos e indicios de los que se disponía hasta el presente real que habitaban al iniciar sus viajes. De tal modo, Colón no sabe que el lugar al que ha llegado es Cipango —puesto que mapas, cartas de navegación e instrumentos de lectura topográficos y astrales no permitían dar cuenta del espacio terrestre en toda su magnitud y “realidad”—, y el hablante propuesto por Harris no sabe que ha abordado un viaje virtual —ya que la tecnología existente hasta el momento de la escritura de este proyecto poético aún no operaba con las posibilidades exploratorias de la cibernética— un “no lugar” lleno de espejismos y corredores donde la razón no es buena lectora y puede perder la ruta con facilidad. Gubern dice que: “Los mundos virtuales son, en efecto, laberintos formales y no materiales. El laberinto se opone al camino recto, expedito y obvio, pues es engaño y disimulo en sus itinerarios. Y el ciberespacio, bajo su apariencia de imagen-escena envolvente, esconde un laberinto, que propone al cuerpo del operador, con cada movimiento, nuevas experiencias espaciales. Pues cada iniciativa del operador no es más que la exploración de una rama en un sistema informático arborescente, con diversas ramificaciones derivadas, como ocurre en la exploración del hipertexto”.[2] Es posible, sin embargo detectar en el mundo poético de Harris, una cronotopía que —mayormente delatada por el hablante—, se verifica en Concepción, América, fundida a la ilusoria tierra de Cipango. En su discurso el poeta sitúa la exploración en la ciudad de Concepción, en los años ochenta, bajo las luces falsas de la noche, mientras recorre, es absorbido o conmovido por los ecos de la historia en la memoria colectiva: “La carta se nos desplegaba,/ entrábamos en esos oscuros barrios, La Libertad,/ el Cerro La Cruz, la Plaza Isabel La Católica:/ la carta desplegaba sus señas,/ pasos, sombras, sirenas, fragancias,/ a miasma, a aceite, a ceniza, a culo, a luz./ Nos abríamos camino machete en mano,/ tajando culos,/ destasando tetas,/ talando araucarias./ A vista de tanta carne latiente, luz roja, humo,/ sol pegajoso,/ estábamos cada vez más necesitando./ Lo narrado transcurre en una ciudad/ al Sur del Mundo”. (“Las islas de arena”, Pág. 77). Por su parte, Soledad Bianchi dice que “mientras Colón utiliza las cartas para ubicar y describir las nuevas tierras con la mayor precisión posible, en “Las islas de arena” —cuyo título se apropia de una de las denominaciones dadas por el navegante genovés—, el cronista contemporáneo constata imprecisamente que: Lo narrado transcurre en una ciudad/ al Sur del Mundo, aquella que por sus calles, por sus plazas, por sus lugares, puede reconocer: “¿Dónde estamos? Preguntó alguien. Yo sabía que estábamos en Concepción, en ninguna parte; la ciudad era la pantalla del miedo, habíamos avanzado algunas leguas al Oeste, por Concepción, hacia ninguna parte”. (“La corriente nunca nos dejó llegar a ella”, Pág. 89). Bianchi agrega que “este hablante-fundador de la localidad y del poema, quiere dar a conocer lo que él mismo conoce: la ciudad, su ciudad, y a pesar de que la menciona y la describe, la sitúa con vaguedad pues su interés básico es notar y advertir las condiciones de esta urbe deteriorada, decadente, pobre, violenta, que, a pesar de llamarse Concepción y de ubicarse en Chile, podría corresponder a cualquier otro barro barrio sudamericano”.[3] Harris dice con respecto a su idea de ciudad: “Para mí, el centro, la ciudad, se reducía a un mínimo, estoy siguiendo una idea de Severo Sarduy, de que en las ciudades contemporáneas el centro se va desplazando cada vez más por múltiples centros más bien marginales, el centro se pierde y se pierde lo inteligible de la ciudad, entonces los códigos ya no sirven y hay que inventar otros para encontrarse en este espacio ininteligible. La ciudad que se crea finalmente es una ciudad textual”.[4] Pero, Harris dice que Tebas —una de las ciudades donde desemboca el laberinto—, es la ciudad del castigo, una especie de matriz trampa, donde se está volviendo siempre y que el “centro” de Concepción, de Tenochitlán, Catay o Argel, termina en Tebas que es la ciudad de la tragedia, del desastre, es el espacio sin salida, el espacio de la destrucción, es el espacio del caos”.

Así, ante el extrañamiento que produce asombro en el hablante y ante la posibilidad de fundar y dominar un espacio que se abre prometedor ante sus ojos, escribe: “Y entrábamos en las desconcertantes urbes/ destas desorientadas latitudes/ y no dejábamos hoyo fisura gruta caverna/ sin desflorar/ llanura/ sin zanjar/ espacio sin fundar/ falda blusa calzón media/ sin oler o besar/ rojos/ como si diéramos a unos corderos/ metidos en sus apriscos/ a corderas/ amuralladas en sus falsas ciudades:/ Bataille dixit la violencia es silencio/ la violencia habla, silencio, / no sabemos bien,/ pero nosotros hablamos con el espejo,/ machete en mano,/ verga en mano,/ por el poniente del Mundo”. (“Mar de los besos rojos”, Pág. 79). Algunos lugares emblemáticos para el hablante han sido recuperados desde la ciudad real de Concepción, tal es el caso del Hotel King: El horror te inventa el Hotel King el/ baldío de Orompello te inventa una cárcel/ oculta al otro extremo de La Concepción (…) la vida y la muerte en cada Zona de Peligro/ el horror te inventa el horror no / se inventa rojo a rojo sangre a semáforo/ a cuerpo a cuerpo rasgado desflorado hasta la/ muerte acá al Sureste de La Concepción/ del Imperio de este baldío donde no se/ pone el sol una larga y angosta faja/ de muerte sin oasis para detenerse a respirar/ jadear estás en el centro mismo/ de las orgías de tu corazón Hotel King/ muros adentro lo mismo ayer hoy/ el año de mil quinientos y veinte fue un / gran tirano muy de propósito y con mucha/ gente sin temor alguno de Dios/ ni compasión de humano linaje. (“Zonas de peligro”, Pág. 49). También el barrio de Orompello está representado aquí, marcando una cronotopía fundamental: “algunas escenas eran soberbias/ como el éxodo de las putas de Orompello/ por edicto municipal/ a Prat/ a las márgenes del río/ a los eriazos junto al Cementerio/ General (…) pero rodeaban Orompello guardias armados/ y alambradas de púas para resguardar el éxodo/ sobrevolaban helicópteros/ aves taxidérmicas/ la escenografía se había transformado de una vez/ estábamos en Tebas/ pero tanta suntuosidad, Almirante, te produce chancro/ tanto deseo abolido, oscuros vacíos hacia el final/ del pensamiento, pero/ una lacerada procesión como ésta en pleno Siglo de las Luces/ o de oro/ o da lo mismo,/ estas urbes del Sur/ te acaloran, te enferman la imaginación”. (“Mar de la necesidad”, Pág. 75).

Calles y lugares de Concepción son marcas con las cuales el cronista de Cipango da cuerpo al mundo que construye a la manera de los cronistas fundacionales y de los cuales, Alonso de Ercilla es referente, especialmente en este punto, donde Harris hace el cruce con la información contenida en ella respecto de los sucesos históricos ocurridos en Concepción. En el Canto VIII de La Araucana, encontramos en la síntesis capitular de Ercilla que: “Llegan los españoles a la ciudad de La Concepción hechos pedazos, cuentan el destrozo y pérdida de nuestra gente, y vista la poca que para resistir tan gran pujanza de enemigos en la ciudad había, y las muchas mujeres, niños y viejos que dentro estaban, se retiran en la ciudad de Santiago. Asimismo en este canto se contiene el saqueo, incendio y ruina de la ciudad de La Concepción”. En el canto se menciona al río Bío Bío: “Los nuestros, del temor más aguijados,/ al entrar de la noche se hallaron/ en la extrema ribera de Biobío,/ adonde pierde el nombre y ser de río./ Y a la orilla un gran barco asido vieron/ de una gruesa cadena a un viejo pino:/ los más heridos dentro se metieron,/ abriendo por las aguas el camino”. Harris, por su parte establece el cronotopo al decir: “Este es el puente de Brooklyn/ sobre el río Bío Bío, el de los lagartos/ venenosos./ Y este es el barro,/ mezcla de agua y de lluvia,/ mezcla de tierra y/ de baba animal,/ de tierra y desagües,/ de tierra y de sangre”. (“El puente sobre el Bío Bío”, Pág. 48). Posteriormente, el hablante desafía: “No me van a decir ahora que esa mole que tacha/ el Bío Bío es el puente de Brooklyn que los/ muertos de mil novecientos setenta y tres/ eran un teatro de sombras exhibidas al nivel de/ las aguas sombras chinas rebasando las márgenes/ o quizá sombras chinas se ha perdido la medida/ de las cosas en esta ciudad sudamericana”. (“Zonas de peligro (Final)”, Pág. 50). El río, es un lugar donde a la vez el hablante pone en escena acontecimientos políticos de los años 70 y que forman parte de la historia oscura de Chile. Por otro lado, Ercilla narra el incendio final de la ciudad de Concepción: “Era cosa de oír dura y terrible/ de estallidos el son y grande estruendo;/ el negro humo espeso e insufrible,/ cual nube en aire, así se va imprimiendo:/ no hay cosa reservada al fuego horrible,/ todo en sí lo convierte, resumiendo/ los ricos edificios levantados/ en antiguos corrales derribados”. El cronista de Cipango evoca el episodio: “Atrás toda la ciudad ardía en un crepúsculo turbador/ e interminable, todos los luminosos de la ciudad/ chisporroteaban (…) se escuchaban las crepitaciones de ese incendio terrible/ crujiendo por todas las calles,/ abrazando postes y árboles,/ cuerpos y callampas;/ pero como todo transcurría en el Hotel King –dijo alguien/ las llamas no nos podían alcanzar”. (“Hotel King III”, Pág. 47). En La Araucana Ercilla, expresa una épica donde son convocadas estéticamente las dos tradiciones culturales y que marcan un antecedente para el realismo mágico, que posteriormente rescatará literariamente lo extraño de la experiencia cotidiana de Latinoamérica: personajes, costumbres, paisajes y sucesos que se enmarcan en el tiempo, descritos, desde ese Item perspectiva.[5] El cronista de Cipango recurre también a Colón por la confusión respecto del nuevo territorio hallado. Colón escribe en su Diario el 21 de octubre “luego me partiré a rodear esta isla fasta que yo haya lengua con este rey y ver si puedo haber de él oro que oyo que trae, y después partir para otra isla grande mucho, que creo que debe ser Cipango (…) Mas todavía, tengo determinado de ir a la tierra firme y a la ciudad de Guisay y dar las cartas de Vuestras Altezas al Gran Can y pedir respuesta y venir con ella”. El hablante de Harris dice en cambio: “Estábamos en Cipango la tierra del Can (…) última Thulé de todos los deseos y todos los castigos,/ brilló el oro,/ los ojos comenzaban a hacerse materiales,/ anochecía en Cipango. (“Cipango”, Pág. 104). El cronotopo es ahora Cipango que luego muta a Concepción al decir: “Aparecí en/ la calle Pedro León Gallo; había baldíos/ por todas partes, fierros viejos, rieles, huellas,/ niños en desnutrición:/ a la izquierda de mi cuerpo, de mi dolorido sentir,/ había un túnel, rojo,/ gruta vulva socavón o cueva/ las nubes descendían al nivel de mi cara,/ un perro negro metía y sacaba la lengua,/ amanecía en Concepción. (“Mar del dolorido sentir”, Pág. 85). Una cronotopía dinámica propuesta por el viaje al interior del laberinto, un espacio transitorio y fugaz que se abre para ser recorrido a través de los hilos de la red ciberespacial que envuelve al mundo. Pasillos invisibles sostenidos por cables, conectores, paralelos y meridianos poderosamente virtuales que comunican instantáneamente la mente universal.


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 Notas 
 [1] La palabra ciberespacio fue introducida por el escritor William Gibson en su novela fantacientífica Neuromancer (1984), quien dijo que era “una alucinación consensuada”, ya que “no es realmente un lugar”. El ciberespacio es un espacio conceptual. 
[2] El hipertexto, dice Gubern con sus opciones arborescentes, traduce, “en lenguaje informático y con fines enciclopedistas, los caminos diversificados de un laberinto intelectual. La RV ha trasladado esta estructura informática laberíntica al campo de la sensorialidad y de la aventura topográfica”. 
[3] Bianchi, Soledad. Ibid. 
[4] Entrevista a Tomás Harris, en Revista Virtual Mar afuera, por Damaris Calderón. 
[5] Palabra latina que significa mirar a través. 

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 Bibliografía 
 - Anzoátegui, Ignacio B. Cristóbal Colón. Los cuatro viajes del Almirante y su testamento, Editorial Espasa-Calpe, S. A., España, 1991. 
- Augé, Marc. Los no lugares, Editorial Gedisa, España, 2004. 
- Bianchi, Soledad. Descubrimientos y conquistas de intertexto en la poesía chilena actual, Cartas de Don Pedro de Valdivia, Ed. Quinto Centenario, Ed. Andrés Bello, España, 1991. 
- Calderón, Damaris. El tópico del viaje y la ciudad sagrada (soñada) en Tomás Harris, (Cipango). Sitio Virtual: http://www.letras.s5.com/dc310507.htm 
- Colón, Cristóbal. Textos y documentos completos, Alianza, Madrid, 1984. 
De Ercilla y Zúñiga, Alonso. La Araucana, Ed. Ramón Sopena S.A., España, 1974. 
- De Sahagún, Fray Bernardino. Historia General de las cosas de la Nueva España I, Dastin S.L., México 2002. 
- Díaz del Castillo Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Editorial Porrúa S. A., México, 2003. 
- Galindo V., Oscar. Neomanierismo, minimalismo y neobarroco en la poesía chilena contemporánea. Estud. filol., sep. 2005, no.40, p.79-94. ISSN 0071-1713. 
- Genette, Gérard. Palimpsestes. París Du Seuil, 1982. 
- Genette, Gérard. El discurso del relato Figuras III, Editorial Lumen, Barcelona, 1989. 
- Goodman, Nelson. Los lenguajes del arte, Editorial Seix Barral, S.A. España, 1976. 
- Gubern, Roman. Del bisonte a la realidad virtual, Ed. Anagrama, España, 1996. 
- Harris, Tomás. Cipango, Editorial Fondo de Cultura Económica, Santiago, Chile, 1996. 
- Pfeiffer, Johannes. La Poesía. Hacia la comprensión de lo poético, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1966.

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